jueves, 25 de marzo de 2021

Los elefantes del Rey

 

De un tiempo a esta parte, los elefantes, que eran un símbolo patrio del reino, acompañante de tantas batalles y orgullo nacional, invadían los poblados. No solo causaban destrozos y se alimentaban desmesuradamente, sino que a su paso y en franca estampida, mucha gente salía lastimada e incluso, perdían la vida.

-            Debemos matar a los elefantes más viejos – Dijo uno de los consejeros.

-            Pero los elefantes viejos mantienen en orden la manada, no están luchando por la supremacía como los macho alfa – dijo un experto en vida animal.

-            No estamos para analizar la sociología animal. A veces los elefantes más jóvenes se rebelan contra los más viejos y terminan descargando su furia contra los humanos – Dijo el general.

-            Procedan – expresó el Rey, dando la orden a matar a los elefantes viejos.

Pasado un tiempo, los elefantes volvieron a invadir los poblados, destruyendo todo a su paso. Y a diferencia de la primera vez, ahora eran más violentos, ya no tenían miedo al ruido de las escopetas de los campesinos que se defendían como podían ante semejante ataque. Al contrario, parecía violentarlos más.

-            Matemos a los machos alfa, lomo plateado – dijo el Rey.

-            No creo que sea la solución, mi señor – se adelantó el experto-. De alguna forma, lideran grupos, quizás si los separamos y…

-            Y nada, -se adelantó el general-. Están en tiempos de apareamiento, y es casi seguro que atacar a los humanos es una forma de demostrar su liderazgo.

-            Como dije, machos alfa lomo plateado – concluyó el Rey.

Pasaron semanas para que se dieran cuenta que los elefantes machos que quedaron, eran apáticos. Apenas comían y dormían. Las hembras, por el contrario, acompañadas por sus hijos pequeños, empezaron a invadir nuevamente los poblados. Añadiendo, que con más violencia que las anteriores y que ya ni si quiera esperaban la noche: atacaban a plena luz del día. Y no les importaba ir con los elefantes más pequeños. Perdieron el sentido de conservación y, peor aún, el de protección de la manada.

-            Ahora, ¿habrá que matar a las hembras o a los machos tontos? – dijo el experto en animales, como burlándose del general.

-            Qué sugiere usted – dijo el Rey Retándolo.

-            Si me permite – se adelantó el general de los ejércitos de su majestad, dispuesto a nunca perder en una polémica-. Si matamos a las madres, tendremos elefantes machos bobos, y con ello, una “nueva generación”, dejarán de imitar a los demás, y serán igualmente bobos, su majestad.

-            Pero… -quiso intervenir el experto.

-            Suena lógico: padres mansos, hijos mansos... «Bobos», dijo ¿no? –Asintió el militar- Proceda entonces,  general.

Poco tiempo pasó para que se dieran cuenta que, a la falta de elefantes hembras, los machos mansos empezaron a extrañarlas. Y, como es de suponer, se pusieron nerviosos y empezaron a atacar nuevamente a la población de humanos.

-            ¿Ahora me van a decir que debemos matarlos a todos? – Dijo el Rey desesperado ante la acción inútil de sus asesores.

-            Sin líderes y sin motivación natural, van a buscar cualquier pretexto para atacar – dijo el experto, subiendo un poco el tono de voz acostumbrado.

-            Hagamos que los más jóvenes ataquen a los mayores, así dejarán de invadir los poblados, ocupados en sus propios asuntos – dijo el general.

-             ¿Y cómo lo hará? – preguntó el Rey, intrigado.

-            Fácil, separarlos –y miró al experto animal, robando una idea que ni si quiera, comprendía-. Así lucharán entre ellos por el territorio y se alejaran de los poblados.

-            Excelente, mi general. Proceda –ordenó el Rey.

Solo cuando sintieron los golpes intentando destruir las puertas del Castillo, el Rey se dio cuenta por primera vez, que no estaba ante un enemigo con el cual se pudiera firmar un armisticio. No. Eran grandes, eran fuertes, eran poderosos y… eran irracionales.

Y sintió la soledad de ser Rey. Y, por primera vez, no supo qué hacer.

 

Domingo, 7 de febrero de 2021

 

 

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